7.05.2009

de fuego y ponzoña

No te culpes, no te quemes.
Déjalo todo y llévame a tí.
Coral venenoso de inmortalidad mítica,
aprópiate de mi ser y mis entrañas.
Báñalo todo, no dejes nada.
Quédate sentado en la cama
y muestra las garras.
Enfrenta mi monstruoso deseo y castígalo.
Hazme sana, dame cuerda...
Y sólo entonces déjame hervir
y zozobrar en el aliento que hace que me pierda,
que no cesa de prender en la punta de todas mis cumbres
la llama de de ésta abominación.

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