11.11.2009

..hablándo de maltrato articular..

De las palabras que siguieron ya no supe más.

En esta espiral a la inversa se me atoraban las voces y no podía mirar más allá de mis pies. Estaría tan alto, me sentía tan llena.
En realidad eran pasos pequeños pero seguros y tenía la certeza de que él venía atrás de mí y de que venía conmigo. No esperaba nada a cambio hasta que nos separamos y fue que advertí escenarios imaginarios rondándome por debajo de la almohada. No sabía que mi mente trabajara tan veloz, tan veloz que desvariaba. Entendí muchas cosas recordando triunfos fracasados. Tantos tropiezos sólo por querer volar sin alas. Por eso es que me trabo.
Imagino más rápido de lo que pienso.

Ni siquiera para correr sirvo y desde entonces me había dedicado a buscar a alguien que me pudiera llevar a cuestas. Es mucho más fácil pero me llena menos; eso hace poco que lo descubrí, cuando me vi la sangre escurriendo de una rodilla. Sentir la fuerza retorcerse en los músculos mientras mis brazos me separaban del piso fue fantástico. Caídas de heridas tan ardientes como si fueran de fuego: los raspones del corazón y sus cicatrices palpitantes. Primero a caminar, me dije y mi cuerpo sonrió adolorido pero orgulloso. ¿Entonces así se siente el triunfo desde un fracaso?
¡Qué maravilla!

Oigan vientos mensajeros, no se queden callados y sílbenme una melodía que me pueda llenar igual que mis intentos de amor pero sin el obvio dolor de mis extremidades planchadas contra el piso. Sería muy lindo que la luna me escuchara también, ese pedazo de marfil estrellado sobre el negro nocturno de la noche fría, esa que está hecha como de dobles pleonasmos repetidos.

Aquí inserto una carcajada y una disculpa, mis callados aires en movimiento. Es que ya se me adelantó la imaginación otra vez -esa descarada tramposamente le metió una zancadilla a mi pensamiento que todavía anda ocupado sobándose las rodillas.

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